Julio Medem

A mediados de los noventa, el País Vasco asistió al nacimiento de un grupo de directores que revitalizaron, al final, la salud de todo el cine español. Álex de la Iglesia, Enrique Urbizu, Juanma Bajo Ullóa y, por supuesto, Julio Medem, cuya primera película, Vacas, estaba íntimamente ligada a la historia reciente de su tierra y que le uniría a nombres claves en su carrera como Emma Suárez o Karra Elejalde. Medem ya había dado muestras de su talento narrativo en cortos como Martín, pero su ópera prima fue la revelación de una voz única, con su sentido poético de la narrativa muy especial que le valió el Goya al mejor director debutante. Después llegarían La ardilla roja -premiada en Cannes-, Tierra y Los amantes del círculo polar, que ratificarían su indudable talento para las historias no lineales, repletas de recovecos y saltos narrativos. Uno de sus grandes éxitos comerciales sería gracias a Lucía y el sexo, protagonizada por Paz Vega y Tristán Ullóa, que le acercó al gran público, sin decepcionar los que le seguían fielmente desde los comienzos de su carrera. En 2003 afrontaría uno de los proyectos más personales y arriesgados de su filmografía, el documental La pelota vasca, sobre el conflicto en el País Vasco y ETA, narrado a través de las voces de todos los implicados que quisieron participar. Las críticas y las presiones llevaron a Medem a tomarse un tiempo de respiro en el campo de la ficción, al que no volvería hasta cuatro años después con Caótica Ana, que tenía gran parte de biográfica. Después estrenó el remake de la película chilena En la cama, titulada Habitación en Roma, y Ma Ma, que le reunió con Penélope Cruz.