Raúl Arévalo

Primero fue un rostro muy popular en la gran pantalla -sobre todo gracias al éxito de la serie Compañeros-, luego se convirtió en uno de los secundarios de lujo de nuestro cine, después llegaron los papeles protagonistas y, este año, su debut en la dirección con el interesante thriller Tarde para la ira, protagonizada por Antonio de la Torre, con la que viajó al Festival de Venecia y con la que ha conseguido firmar una de las grandes sorpresas del cine español en 2016. Pero la carrera de Raúl Arévalo había cambiado justo diez años antes de su ópera prima, cuando se estrenó en Málaga AzúlOscuroCasiNegro. Su amigo Daniel Sánchez-Arévalo, con el que había colaborado en cortos, le dio un papel secundario que él bordó hasta llamar a atención de todo el mundo. Fue el principio de una química director-actor que se prolongaría en Gordos, por el que ganaría el Goya al mejor actor secundario, Primos y La gran familia española, en las que ha dado buen ejemplo de su infinita variedad de registros, desde la comedia al drama. También fueron importantes en su carrera Antonio Banderas, que lo incluyó en el reparto de jóvenes y prometedoras estrellas de El camino de los ingleses, y José Luis Cuerda, que le dio un papel muy complejo, que él bordó, en su adaptación de Los girasoles ciegos. En 2014 protagonizó un duelo interpretativo de gran altura (y difícil de superar) frente a Javier Gutiérrez en La isla mínima, de Alberto Rodríguez, que le consolidó como uno de los mejores actores que tiene el cine español en la actualidad.